jueves, 19 de febrero de 2015

CAPÍTULO VEINTIDÓS. CARTAS CON SABOR A LIMA

CAPÍTULO VEINTIDÓS: AMANDA

Álvaro se retorcía sobre el colchón, con el cuerpo sudoroso enredado entre las sábanas, los párpados pesados y los labios entreabiertos, gimiendo el nombre de Amanda. Con rabia. Con odio.
Había tenido ese sueño durante noches. El recuerdo de su difunta novia lo atosigaba. Era un veneno adictivo que le impedía descansar, pero era incapaz de separarse del recuerdo culposo que aquella mujer infligía en su memoria.

Sentado a los pies de su cama, la observó peinarse el cabello con un movimiento estudiado. Los ojos azules clavados en su propio reflejo, hipnotizada ante una belleza que arrancaba sus alardes más primitivos. Tenía la boca curvada en una sonrisa apacible que a él no podía engañarlo, pues aquellos labios curvados ocultaban una intención malvada.
Con las manos pálidas de manicura perfecta, se echó el cabello hacia atrás y lo desparramó sobre sus hombros. El brillo de los ojos azules demostró que era consciente de la manera en la que él la observaba. Maldita fuera por ser consciente de que la odiaba y la deseaba al mismo tiempo. Quería matarla con sus propias manos tras follarla con rabia. Enredar el puño en su cabello y besar sus labios. Acariciar aquel vientre que ella sabría utilizar en su contra.
El peine de púas anchas resplandecía sobre el escritorio. Amanda acarició el mango del cepillo en un acto lascivo que a él le resultó repugnante. Años atrás, la habría tomado sobre la peinadora para saciar su deseo. Se habría enterrado en unos muslos cálidos, disfrutando del placer de poseerla.
En ese instante reconoció que solo había una cosa que le interesara de ella. Rodó los ojos hacia el vientre todavía plano, oculto bajo la bata de seda roja que acariciaba la piel del color de la crema. Amanda se percató de lo que él observaba conmovido, y rabiosa, estampó el peine contra el espejo hasta hacerlo pedazos. Su rostro se convirtió en una máscara de odio que a él llegó a asustarlo. Consciente de las intenciones de Amanda, se levantó para detenerle cuando esta inclinó la cabeza hacia arriba y le dedicó una sonrisa, apenas una mueca torcida que recibió a través de un pedazo de cristal. Agarró uno de los trozos afilados dispersos sobre el escritorio con tal ímpetu que el cristal le rajó la palma de la mano. Gotas de sangre densa y oscuras mancharon la peinadora. Antes de que consiguiera aplastar el vidrio roto contra su muñeca, Álvaro consiguió detenerla. Forcejearon durante unos segundos en los que venció la superioridad física. Con fastidio, Amanda soltó el cristal y enredó las manos sobre el cuello de Álvaro. Lo atrajo hacia su boca, pero este la repudió con sincero desprecio. La boca de Amanda trazó un recorrido lascivo por su cuello antes de encontrar el lóbulo de su oreja.
─No vas a poder controlarme las veinticuatro horas del día... ─le advirtió.
Álvaro se estremeció al escuchar en la boca de aquella maldita mujer sus verdaderas intenciones. Había observado la mirada asqueada de Amanda al descubrir su embarazo. La manera despreciable en la que se acariciaba el vientre.
Descubrió la mirada cargada de desprecio hacia el hijo de ambos, pero necesitó ignorarla porque jamás la creyó una mujer tan terrible. Se había enamorado del mismísimo demonio y Dios se lo estaba haciendo pagar.
Amanda detestaba al hijo de ambos porque era el único resquicio de amor que le quedaba de Álvaro. Él ya no la quería, pero amaba con todas sus fuerzas al hijo de ambos.
─¿Serías capaz de asesinar a tu propio hijo? ─preguntó, zarandeándola con violencia por los hombros.
Amanda se revolvió furiosa y clavó las uñas en el rostro de Álvaro. La piel de su mejilla ardió cuando unas gotas calientes le bañaron el pómulo.
─Soy capaz de cualquier cosa, mi amor. Acabo de marcar tu mejilla para que nunca te olvides de la clase de mujer que duerme a tu lado.

Se despertó alterado tras gritar el nombre de aquella zorra. Se llevó las manos al rostro sudoroso, todavía aterrado por el recuerdo de Amanda. Aquella mujer jamás lo dejaría en paz. Le había arruinado la vida con su muerte, pero insistía en amargarle la existencia aún enterrada en aquel cementerio.
Los primeros rayos de la mañana se colaron por la rendija de la persiana, por lo que se incorporó para darse una ducha helada que lo hizo desprenderse de aquella sensación agobiante que lo acaecía cada vez que pensaba en Amanda.
Salió con Simba a dar un paseo, pero este salió disparado en cuanto reconoció a Lola. Fue incapaz de controlarlo y la correa se escapó de sus manos. Con paso apresurado, fue al encuentro de su perro, que se había subido sobre los cuartos traseros y colocado las patas delanteras sobre el pecho de Lola. La joven lo recibió con una sonrisa mientras le rascaba detrás de las orejas y le hablaba con voz melosa.
Incluso en eso era distinta a Amanda..., pensó con tristeza. Amanda siempre había detestado a los animales, pero él jamás se lo tuvo en cuenta hasta que fue él mismo quien empezó a odiarla a ella. Sólo entonces descubrió que una persona que era incapaz de mostrar empatía por un animal destilaba maldad por cada poro de su piel.
Demasiado tarde.
─Perdona, Lola ─se disculpó, agarrando la correa de Simba para separarlo de ella─. Simba te adora y se ha puesto muy contento en cuanto te ha visto.
La joven le restó importancia con una sonrisa dulce que a él lo encandiló.
─Me encantan los animales, pero en casa no podemos tener uno porque mi hermano es alérgico al pelo de perro... sin embargo, llora cada vez que mi madre le prohíbe acercarse a algún animal. ¿Te lo puedes creer? ─bromeó.
Álvaro se percató de que una simple charla con Lola conseguía ponerlo de buen humor. En realidad, nada más verla se había alegrado de ello.
─¿Sigues enfadada con tu madre? ─quiso saber.
Lola puso mala cara.
─Es ella la que está cabreada ─lo contradijo─. Su casa, sus reglas. Una vez escuché que una madre es la mayor dictadora del mundo. En ese momento creí que era una tontería, pero ahora empiezo a replanteármelo. Detesto que me traten como a una niña... en fin, qué te voy a contar a ti, ¿No?
Álvaro sofocó una risilla ante la incredulidad de Lola.
─Si fueras una niña no te habría besado ─admitió.
Se percató de que a ella le temblaba la barbilla. Era dulce y eso le encantaba.
─Pero si no fuera una niña... habrías continuado ─lo retó con chulería.
Álvaro se tensó ante la réplica. Ella llevaba razón, pero detestaba que le echara en cara su falta de iniciativa. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Obviar que era su alumna? ¿Arrebatarle la virginidad? ¡Solo tenía diecisiete años!
─Puede que tu apariencia ya no sea la de una niña, pero si quieres ser tratada como una adulta deberías comportarte como tal ─le espetó con frialdad.
─Te refieres a ignorar que pasas de mí pero en cuanto intento rehacer mi vida te pones a la defensiva y me obligas a pasar tiempo a tu lado con unas absurdas clases particulares porque te acojona que pueda alejarme de ti... entendido ─Álvaro quiso sacudirla por sus palabras, pero ella no se lo permitió─. Algún día seré yo quien se empeñe en marcar las distancias. Entonces lo lamentarás.
Se dio media vuelta y echó a caminar hacia su bicicleta. No supo lo que se apoderó de él, pero la siguió poseído por la necesidad y la sostuvo del codo para detenerla.
─Suéltame ─le ordenó sin mirarlo.
─No me da la gana.
De un tirón, la volvió hacia su cuerpo y se encontró con que ella temblaba de la cabeza a los pies. Su entereza se había desmoronado en cuanto él le puso las manos encima, y para sí mismo, se odió y se vanaglorió por ello.
Agarró su mano y se inclinó hacia ella para hablarle muy cerca.
─¿Qué se supone que tengo que hacer? ─exigió afectado─. Tienes diecisiete años, Lola... por Dios... ya sabes que me vuelves loco... no me lo pongas más difícil. ¿Es que no ves que me tienes a tus pies?
Le soltó un empujón que a él lo dejó perplejo.
─¡Aléjate de mí! ─bramó ella.
Con gran esfuerzo, se separó de ella para no volver a tocarla.
─Me pides que te toque pero te enfureces en cuanto te pongo las manos encima ─recriminó dolido.
─Soy de las que no quiere nada cuando necesita tenerlo todo y le ofrecen migajas de cariño, ¿Lo has entendido? Así que será mejor que hables con mi madre e insistas en que las clases ya no son necesarias.
─No ─respondió calmado.
─¿Es por el dinero? ¿Tanta falta te hace? ─replicó con malicia─. Seguro que en clase tienes a muchas alumnas que se morirían por mirarte embelesadas y que les regalaras los oídos de vez en cuando. Apuesto a que eso te encanta.
Álvaro se quedó petrificado.
─¡Qué coño dices, Lola! ─explotó. Ella rehusó mirarlo─. La única alumna que me provoca cargo de conciencia eres tú. Si quiero continuar con esas malditas clases es porque necesito estar contigo en el único sitio en el que puedo fingir que no te miro como a otra de mis alumnas. ¿Dinero? ¡Pierdo el tiempo contigo y lo hago gratis!
Lola se quedó parada cuando lo vio marchar. Sabía que sus últimas palabras estaban equivocadas y las había soltado en un arrebato de rabia, pero tal vez fuera mejor así. Tenía que alejarse de Álvaro porque juntos no se hacían ningún bien. Y además estaba Logan... un chico por el que empezaba a sentir cosas que la confundían.
¿Acaso era posible enamorarse de otra persona cuando ya lo estabas de otra?

En la cafetería, sirvió cafés como una zombie mecanizada. Ni siquiera se percató de que Vanesa y las compañeras que pululaban alrededor de la abeja reina entraron en el local. De mala gana, accedió a servirles lo que habían pedido porque ese era su trabajo.
Si ser adulto implicaba acatar obligaciones dejando a un lado su orgullo... estaba segura que detestaba madurar. Prefería continuar en aquellos años fáciles en los que carecía de responsabilidades.
Estaba reponiendo la cámara de bebidas cuando escuchó un grito que dejó en silencio a toda la cafetería. Elevó la cabeza para contemplar el origen de aquel grito. Supo que algo iba mal en cuanto observó a Vanesa en el centro del local, gritando y señalando con asco la cucaracha que había dentro de su taza de café.
─¡Tú, has sido tú! ─se revolvió hacia Lola y comenzó a acusarla con un dedo.
Lola deseó que la tierra la tragase mientras era avergonzada delante del resto de clientes. Por supuesto que aquella cucaracha la había colocado dentro de la taza Vanesa, pero se sintió incapaz de explicarlo al centenar de miradas que observaban la escena con repulsión.
Su jefe se acercó hacia Vanesa e intentó calmarla, pero su compañera de clase gritaba el nombre de Lola y lloriqueaba como una verdadera víctima, mientras el resto de sus compañeras la secundaban.
Al cabo de unos incómodos minutos, su jefe se acercó hacia ella con expresión circunspecta.
─Lola, esta joven dice que tú has colocado la cucaracha dentro de la taza de café. Dice que sois compañeras de clase y que no os lleváis bien. No quiero pensar mal de ti... pero utilizar el trabajo para rencillas infantiles denota una inmadurez que no puedo permitir.
─¿Y si no quiere pensar mal por qué me culpa? ─le reprochó, al borde de las lágrimas─. Sabe que soy una empleada responsable, nunca ha tenido una queja de mí, siempre llego puntual... ¿Va a desconfiar por lo que dice una compañera de clase que solo me tiene manía?
─Lo siento mucho, Lola. Pero sus acompañantes corroboran lo que dice.
─Pero...
─Será mejor que te vayas. No te preocupes, te pagaré la indemnización que te corresponde porque no quiero tener problemas. Es evidente que no debería haber contratado a una adolescente.
Lola dedicó una última mirada incrédula a su jefe antes de salir por la puerta. Se sentía demasiado humillada para sobrevivir a las miradas acusadoras que le dedicaron el resto de clientes, por lo que echó a correr en cuanto estuvo fuera del local.
Las lágrimas le empeñaban los ojos y todo lo que quería era regresar a su casa y dejar que la misma madre a la que culpaba la defendiera y la consolara en aquel momento en el que se sentía como una estúpida.
Tenía aquel pensamiento cuando se golpeó con el pecho de una persona y cayó al suelo. Se echó a llorar sin poder reprimirlo, y unas manos la levantaron del suelo con facilidad. Quiso largarse antes de que el extraño le hiciera preguntas incómodas, pero entonces se encontró con la mirada azul e inconfundible de Logan.
─Lola, no te he visto. ¿Te has hecho daño? ─se preocupó él, al percatarse de sus lágrimas.
Ella sacudió la cabeza e intentó borrar el rastro húmedo sin éxito. Quería fingir que lloraba a causa de la caída, pero en cuanto lo intentó, un sollozo le atenazó la garganta y se llevó las manos al rostro avergonzada.
─Vamos Lola... no llores... ─le suplicó él, abrazándola contra su pecho. Lola se acurrucó y suspiró─. Iba a hacerte una visita al trabajo cuando me he tropezado contigo. ¿Te he hecho daño?
Intentó decirle que no, pero solo fue capaz de enunciar un murmuro lastimero. Volvió a intentarlo de menos tras soltar un hipido.
─No, no me he hecho daño.
─¿Por qué lloras? ─insistió él.
Le borró el rastro de lágrimas con el pulgar.
─Porque me siento como una estúpida ─bufó.
Él la observó confundido.
─Si pudieras ser más explícita...
─Me acaban de despedir ─rugió, y el arrebato lloroso dio paso a un sentimiento de rabia.
─Encontrarás otro trabajo ─trató de animarla.
─No es eso... ─suspiró y se sintió algo mejor al sentir la mano de Logan sobre su espalda─. Me han acusado de una cosa que no he hecho... me he sentido humillada y no he sabido reaccionar. Soy una estúpida.
─En realidad solo eres una buena chica ─la corrigió él.
─Entonces solo soy una buena chica muy estúpida ─se quejó, molesta consigo misma.
Logan soltó una carcajada que la dejó incrédula.
─¿Sabes cual es tu problema?
─Mi amiga Andrea dice que soy demasiado buena.
─No, Lola. Eso no es un problema. Es una virtud─la corrigió muy seguro─. Tu problema es que eres incapaz de defenderte. Voy a hacer una cosa. Voy a rehacer mis pasos y me largaré de aquí. Puedes seguirme y te haré olvidar lo sucedido, o puedes regresar a esa cafetería y hacerte valer. Tú decides, Lola. En cualquier caso, no te recordaré que te he visto llorando porque no has sabido defenderte.
Lola se limpió las lágrimas con el puño de la sudadera y asintió. Por suerte, había encontrado a la única persona que en aquel momento fue capaz de soltarle la verdad sin hacerla sentir como una pusilánime.
─Estoy segura de que tú también eres un buen chico, Logan. Solo necesitas convencerte a ti mismo.
Se puso de puntillas para darle un beso. Él la recibió encantado y la rodeó por la cintura. Instantes después, Lola le dedicó una sonrisa breve y se marchó corriendo de vuelta a la cafetería.
Él se quedó allí parado, sin la intención de hacer lo que le había dicho. Una cosa era dejar que Lola se defendiera y otra muy distinta permitir que alguien le hiciera daño. Pensaba hacérselas pagar a la persona que la había hecho llorar, pues estaba lejos de ser el buen chico que Lola creía.

Logan Taylor podía llegar a ser muy cruel si hacían daño a las personas que le importaban. Quien quiera que fuera acababa de cometer un error al tropezar con Lola. Por tanto, echó a caminar hacia la cafetería para observarlo con sus propios ojos.


¿Qué os ha parecido? Yo, particularmente, odio a Vanesa aarrrghhh
Espero vuestros comentarios



29 comentarios:

  1. ¡Dios! Álvaro, no tengo palabras.
    Pobre Lola ¡Hay que arrancarle los ojos a Vanesa sí o sí Logan!

    Saludos. Genial como siempre.

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  2. Q bello Logran
    Pero Alvaro y sus problemas va a perder a Lola si no deja en paz a esa A manda q me cae mal..
    Por fa q sean mas largos

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  3. me encanto...Alvaro , uf, es un sol...y Logan...dale un buen susto!

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  4. Cada capítulo te superas y tengo ganas de lunes jjajajaja

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  5. Uiii Vanesitaaa vas a salir escaladadita jajajajajajaja. En la proxima clase particular hay magreo fijo entre Lola y Alvaroooo lo veo lo veo ;)

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  6. Me encanto este capitulo ... saber un poco de la historia de Alvaro y su pasado deja mucho que pensar pero no le da derecho de exigir a Lola cariño cuando el no es capaz de darlo es mi punto de vista . A diferencia de Logan y su venganza en cada capitulo le enseña a Lola ser mas segura con sigo misma y aunque el diga que es un chico malo tod@s sabemos que no lo es son las circunstancias que lo han llevado ha ser cosas inadecuadas pero en fin me gusta la historia de estos tres y esperar para el lunes haber que hace Logan a la loca de Vanessa. Saludos Chloe besitos11111111111111

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    1. Ay.. tienes razón pero el amor es conplicado y Lola está enamorada de Álvaro... habrá que ver como sogue
      besos!!

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  7. Felicidades!!! Cada capítulo es más interesante, Álvaro me sigue gustando cada día más pero Logan tiene algo especial, que le da mucha fuerza a Lola a sus escasos 17 años..... Amo esta historia gracias!!! Toca esperar hasta el lunes buuu

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  8. Ayy siempre en lo mejor. Mi logan defensor jaja esk es un amor. Oye y alvaro vale k tenga traumas pero esk me pone malaaa.y x ultimo cuando hace 18 años lola

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  9. no soporto a Vanessa, mas finoooooo Logan seguro que se las cobra!!

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  10. Holaa!!! Guaauu que capitulo mas intenso, pobre Alvaro que mal lo a pasado Amanda era un bicho , me da mucha pena tambien lo sigue atormentando.
    Ayy Lola no la dejan tranquila , yo tambien odio a Vanessa , estoy deseando leer que es lo que va hacer Lola para defenderse.
    Agarrate Vanessa que Logan va a por ti jajaja.
    Hasta el lunes besotes!!!

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  11. Qe corto se me ha hecho,ese Logan qe meencanta

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  12. Me encanta la sinceridad de Lola!! Y lo que le ha dicho Álvaro oís.... Y A manda que mala, vaya relación enfermiza pf!!! Da miedo.
    Y Logan, no sólo saca el lado rebelde de Lola sino el más fuerte *-*
    Y Vanesa es una mala pecora, ay es que me saca la vena choni arg!!

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  13. hay pobre Lola, que mala es vanesa la odio pero a la de ya!!, Logan que susto pensar en que la va a vengar.... Dios se apiade de Vanessa porque esta visto que Logan no lo hará....que nos dejas con el alma en un hilo Chloe!!

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  14. Muy cortito...mas mas me encantan los tres....y Lola demuestra la edad k tiene, kiere ser madura pero la edad es la edad y esa es muy bonita. ?...besotes

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    1. la edad es la edas. Tiene 17 y no se le puede pedir mas ... yo creo que demasiado
      besos

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  15. sí logan es muyyy especial
    muchas gracias. Besos!

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