CAPÍTULO DIECISÉIS. CARTAS CON SABOR A LIMA

CAPÍTULO DIECISÉIS: NO DIGAS NADA, O MIÉNTEME UN POQUITO.

Allí estaba Lola, con los ojos vidriosos y el pulso martilleándole la sien. Incapaz de responder a una pregunta que tenía respuesta. Porque sí, todas las preguntas tienen respuestas pero a veces uno se siente en la incómoda situación de no hallarla. No hay preguntas sin respuestas, del mismo modo que no existen respuestas correctas, sino verdades que hieren a quien las escucha.

Le temblaron las manos porque se sentía fuera de lugar. A Lola siempre le temblaban las manos cuando creía que sobraba. En ese instante era el silencio el que sobraba, pero no era capaz de romperlo para murmurar una incoherencia sin sentido.

Logan ni siquiera la contemplaba. Sumido en su mundo de amargura, supuso ella. Para Lola era como un personaje de cualquier novela de Poe. Con aquel aire meditativo, sombrío y atrayente. Le encantaban las novelas de Poe porque ocultaban misterios sin resolver. Logan lo era, pero medía metro ochenta y era tremendamente guapo.

Al final él resopló. Fue más un suspiro de aburrimiento que un gesto provocado por el desencanto. Lo supo porque tenía la impresión de que él era la clase de persona que no esperaba nada de nadie, ni siquiera de sí mismo.

─Ha sido una pregunta absurda ─decidió. Tenía las manos metidas en los bolsillos, en una pose estudiada que lo apartaba de todo. Los hombros echados hacia atrás, como si en aquel momento nada le importara─. No te estoy exigiendo nada, Lola.

─Lo haces, pero te dices a ti mismo que no

Enarcó una ceja, asombrado por la contradicción. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, como si acaso lo hubiera divertido su reacción.

─Sé que he llegado después. Puedo ser razonable ─de repente la miró a los ojos con un brillo agresivo─. Pero no me gusta que se rían de mí. Compartir no es lo mío, y tú me gustas demasiado para imaginar que otro te besa mientras yo miro para otra parte.

Que le gustaba. Y él a ella, pero...

─Haces que yo parezca una...

─No lo digas ─le advirtió mosqueado. Su tono tajante la hizo sentir mejor─. Eso no. Que no esté en posición de exigir nada no significa que no me cabree saber que existe otro. Pero jamás te insultaría.

─Me descolocas ─admitió, fascinada por su sinceridad.

─¿Por qué no me pides que me vaya? ─exigió saber. Él parecía perturbado de que ella no lo hiciera.

─Porque me gustas mucho.

Logan la atrajo hacia sí.

─Qué raro ─ella capturó su boca pese a todo. Lo besó con suavidad, hasta que Logan claudicó y accedió a aquel beso que lo estaba consumiendo. Boca contra boca, se deslizaron hasta quedar a escasos centímetros─. Te gusta un tío que va a llorar a la puerta de tu casa porque necesita que lo consueles.

Lola escondió la cabeza en su pecho y se abrazó a él. La torturaba que él sintiera tanto asco hacia sí mismo.

─Si te vas a autocompadecer, me largo ahora mismo. Eso de que los tíos no lloran está sobrevalorado ─a pesar de todo, se agarró a él porque no quería dejarlo marchar.

Logan deslizó la mano por su espalda hasta que la atrajo hacia sí. Ella sentía el corazón de él latiendo fuerte contra su pecho. Estaba nervioso, por mucho que su apariencia denotara lo contrario.

─¿Qué te pasa, Lola? Vas a hacer que no me quiera ir nunca de este sitio ─murmuró, y dejó un beso sobre cada mejilla─. Eres mi refugio seguro.

─Entonces no te vayas ─decidió con suavidad.

Él sostuvo su rostro entre las manos y le rozó los labios. Fue todo lo que un beso tenía que ser. Anhelante, cálido, cargado de afecto y deseo. El beso de dos personas que apenas se conocían pero estaban muy bien juntas.

─Te prometo un momento fugaz sin malos royos. Pasarlo bien juntos, porque me gusta estar contigo. Prometer un para siempre no tiene sentido. Yo me quedo con lo que sé que va a suceder. Que me cuele por ti y me diga a mí mismo que soy un imbécil, por ejemplo. Y entonces llegará ese momento de la película en el que tienes que decidir. Vívelo conmigo el tiempo que dure, y que le den al otro.

A Lola la invadió aquello que te llena cuando alguien te hace un cumplido. ¿Lo eran las palabras de Logan? A ella le pareció que sí. Porque él quería pasar su tiempo con ella. El tiempo real, y no el de las promesas que no iban a ninguna parte. Era sincero. Al menos él lo era.

Se besaron sin prisa, con hambre. Con urgencia pero sin perder el control. Arrastrando las manos en el cuerpo del otro y abriendo la boca. Un beso húmedo y cargado de deseo que a él lo enloqueció y a ella... a ella le despertó aquello que últimamente siempre estaba en vilo. Aguardando. Desechando la inocencia.

Lola no sintió la tentación de desviar la mirada hacia la casa de Álvaro para comprobar si él los estaba observando. Aquella vez no, porque aquel momento solo era de ellos dos. Con Logan y lo que durara, pero con Logan al fin y al cabo.

Cuando sintió la erección de Logan, el inconfundible bulto que se apretaba contra su vientre, recordó su inexperiencia y el hecho de que estaba en la puerta de su casa. De repente volvió a dolerle el tobillo. Todo era más sencillo si colocabas unas cuantas barreras de por medio.

─Logan... ¿Qué? Esto... ─las palabras salieron atropelladas, haciéndola sentir ridícula.

Él se apartó porque era lo que tenía que hacer, pero aún así no pudo evitar poner mala cara, hasta que se percató de la expresión angustiada de ella.

─Esto ─señaló con un cabeceo a su entrepierna─. Es lo que pasa cuando te contienes demasiado.

─No juegues conmigo. Soy virgen pero no gilipollas.

Se tapó la boca con las dos manos.

¿Por qué había tenido que decirlo en voz alta? ¡Era la clase de condición que no se mencionaba en voz alta! No delante de Logan, desde luego.

Logan abrió los ojos de par en par, y trató de contener una carcajada que salió como un sonido estrangulado de su garganta.

─No me digas que eres virgen. No tenía ni idea ─ironizó.

─Si tanto se me nota, te aguantas.

─Me trae sin cuidado, Lola. Lo uno o lo otro.

─A mí no ─admitió con voz queda.

─Es natural ─la estudió con cuidado─. Que te sientas así. Yo no pretendo darte lecciones, si es lo que te asusta. Ya me las das tú a mí.

─Qué gracioso.

─Honesto ─la corrigió.

Ella lo evaluó con gesto receloso.

─Mírame Lola ─extendió los brazos a cada lado en señal de rendición─. Me tienes a tus pies. Cuando quieras. Donde quieras. Tú decides.

─¡No bromees con eso, Logan! No sé si te has dado cuenta de que me avergüenza hablar de este tema ─se puso furiosa, y las mejillas se le tiñeron de rojo.

La calló con un beso que a ella la puso histérica. Mientras la besaba, tuvo cuidado de no colocar las manos donde en realidad deseaba. En las nalgas y los pechos, apretándola contra su pene. No quería asustarla. Ella lo asustaba a él.

─Sucederá y punto. No pienses en ello ─le aconsejó. Ella desvió la mirada─. Oye, es evidente que yo quiero que sea conmigo. Joder, mírame y dime si no es evidente.

Ella parpadeó y lo miró a los ojos. Ni por todo el oro del mundo iba a bajar la cabeza hacia esa parte de su cuerpo.

─Pero yo no me avergüenzo. Sentir ganas de arrancarte la ropa es natural. Lo raro sería lo contrario.

Lola emitió un suspiro tembloroso.

─No digas esas cosas, por favor ─musitó, apartándose de él. Logan le cogió la mano y masajeó la palma en un movimiento hipnótico─. Aun a riesgo de parecer una chiquilla estúpida que no tiene ni idea de esas cosas, deja de ponerme en ridículo.

─Si eso es lo que hago me callo ahora mismo ─le aseguró.

Lola forzó una sonrisa.

─Tú también eres complicada ─le apretó la mano en un gesto inconsciente mientras fruncía el entrecejo─. Te estoy diciendo que me muero por deseos de tenerte, no que vaya a violarte.

─Te la pongo dura y es un halago, ¿Eh?

Logan murmuró una maldición.

─Qué graciosilla ─le mordisqueó el labio hasta que la hizo reír─. ¿Cómo te has hecho el esguince?

─En la clase de gimnasia. Saltando el potro.

─¿Te duele?

─De vez en cuando, pero si me besas me duele un poquito menos.

─A mí me sucede todo lo contrario. Te beso y me duele. Y me crece, y...

Ella le soltó un guantazo y él la agarró de la cintura para aplastar la boca contra la suya. Se separaron medio jadeando. Como los jóvenes con ganas que eran.

─Tienes que dejarlo en reposo. Te buscaré dentro de unos días, cuando estés mejor. Quiero llevarte a un sitio en el que necesitarás utilizar ambos pies.

─¿Es que no tienes móvil? ─replicó con fastidio.

─¿Quieres la respuesta sincera o la que te deje satisfecha?

Ella sabía la primera. Que él tenía teléfono pero no pensaba darle su número. Que cuanto menos supiera de él, mucho mejor para ambos.

─Sorpréndeme ─claudicó.

─Soy de la vieja escuela, pero en vez de ir a caballo, monto en moto.

Lola puso los ojos en blanco.

─Hasta dentro de unos días, Lola ─se subió en la moto y encendió el motor.

─Más te vale ─dijo, sin poder evitar una sonrisa.

En cuanto abrió la puerta de su casa, se encontró a su madre con el gesto ceñudo y los brazos cruzados. Era la consecuencia de besarte con un completo extraño delante de la puerta de su casa. Suspiró y se preparó para la que le iba a caer.

─¿Quién es? ─exigió saber su madre.

─Un amigo ─respuesta escueta que no la dejaría satisfecha.

─Un amigo con el que te besas ─rectificó.

─Mamá, es muy incómodo hablar de este tema contigo ─respondió, rogando por un poco de compasión.

Había hablado con Logan de su virginidad y había sido bochornoso. No tenía la intención de repetir la conversación con su madre, que opinaba todo lo contrario.

─¿Sabes que debes utilizar precauciones? Si sucediera lo que tú sabes...

─¡Stop! ─puso las manos en alto mientras hiperventilaba─ ¡Stop!

─La píldora no previene contra enfermedades de transmisión sexual, así que lo adecuado son los preservativos. ¿Cómo se llama ese chico? ¿Es mayor que tú? Nunca lo he visto por este barrio...

¿Cómo podía alguien hablar de condones y nombres de novio con esa liberalidad?

─Mamáaaaaaaaaaa.... ─se puso histérica y se tapó los oídos─. ¿Por qué no puedes ser como las madres de mis amigas e ignorar el tema?

─No quiero una adolescente preñada en casa, y nunca hemos tenido esta conversación ─le puso una mano en el hombro y Lola se percató que él rostro le ardía.

Lola se sintió salvada cuando su hermano pequeño apareció a mitad de la escalera con un bocadillo de chocolate en la mano. Salvada por el pequeñajo, supuso. Hasta que habló.

El enteraillo de turno 

─¿Qué es un preservativo? ─preguntó con inocencia.

Su madre respondió algo acerca de un globo mágico, y ahí Lola fue incapaz de continuar en la misma habitación que ella mientras le aguantaba la mirada. Echó a correr escaleras arriba y cerró de un portazo para evidenciar que aquella conversación había acabado. Acto seguido, cogió su diario y escribió palabras atropelladas en la página en blanco.

Condones y Logan. Virginidad y mamá.

De repente, se sintió vigilada y miró por la ventana. Álvaro la contemplaba desde la ventana de su salón con mala cara. Lola lo miró, hasta que él echó la persiana y cerró la ventana de un golpe violento.

Los había visto. Por supuesto que los había visto.

¿QUÉ OS HA PARECIDO? COMO YA SABÉIS, ESPERO VUESTROS COMENTARIOS COMO AGUA DE MAYO. ME ANIMAN A CONTINUAR ESTA HISTORIA QUE CADA DÍA ME GUSTA MÁS. Y TÚ, QUÉ CREES QUE SUCEDERÁ EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO... O QUÉ ESTÁS DESEANDO QUE SUCEDA???