jueves, 4 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 2. CARTAS CON SABOR A LIMA

CAPÍTULO DOS: CUIDADO CON EL LOBO, CAPERUCITA.

Andrea le envío un mensaje de texto a su amiga, a pesar de que la susodicha se encontraba a dos pupitres de distancia. Hace unos años, habrían intercambiado un papel arrugado por debajo de la mesa, pero por suerte, la irrupción masiva de teléfonos móviles y aplicaciones de mensajería gratuitas las tenían conectadas las veinticuatro horas del día, y es que, a los diecisiete, tener una amiga a la que contarle que te había salido un grano en un lugar de tu anatomía que no estabas dispuesta a admitir era de vital importancia.
El profesor Aguado ─pese a que Lola se temía que para ella siempre fuera Álvaro
─estaba repartiendo las calificaciones del comentario crítico que le habían entregado hacía unos días. Por las caras circunspectas de sus compañeros, dedujo que la suya engrosaría la larga lista de suspensos de aquel día, y es que, pese a que en el resto de asignaturas era una alumna aventajada de sobresaliente, Álvaro se mostraba muy estricto con ella. De hecho, su orgullo la invitó a fantasear que lo hacía porque correspondía sus sentimientos, por mucho que le pesara.
─Excelente, Lola ─le extendíÓ el folio de papel sobre la mesa, y ella abrió los ojos de par en par al percatarse del sobresaliente en letras rojas que le había escrito en el centro de la hoja.
Se mordió el labio con resignación y bastante rabia, pues estaba segura de que aquella actitud suya intentaba provocarla, o cuanto menos, descolocarla.
─¿Está seguro? ─encontró los ojos oscuros, casi negros, de él.
─¿Prefieres que te baje la nota? ─replicó él, en tono serio.
─No...no ─musitó, apresurándose a esconder aquel folio de su vista, por si acaso cambiaba de parecer, lo que era muy habitual en Álvaro, o el profesor Aguado. El caso es que todavía no estaba segura de cómo referirse a él.
Él ni siquiera se dignó a felicitarla por ser la nota más alta de la clase, sino que continuó su camino con las manos recogidas tras aquella espalda musculosa. Echó un vistazo despectivo al resto de sus compañeros, tan desgarbados, insípidos...¡Tan poco hombres!
Entonces, se percató de que no era la única de las alumnas que contemplaba al profesor Aguado con veneración, y un repentino ataque de celos le sobrevino. Por supuesto que era injustificado, pues él no era nada suyo, pero no podía evitar sentirse así tras los momentos íntimos compartidos. Ninguna de aquellas niñatas ─ella no lo era, de eso estaba segura─ conocía a Álvaro como ella lo hacía.
¡Qué dejaran de comérselo con los ojos!
De pronto, se fijó en su amiga Andrea, quien con una mueca de horror le enseñó su insuficiente. La pobre era más de números que de letras, y ahí terminaba la explicación.
Aprovechando que Álvaro estaba explicándole algo a un alumno, se inclinó sobre el pupitre para infundirle ánimos a su amiga, quien hizo lo mismo para que nadie las escuchara.
─No te preocupes. Es el profesor más estricto que he conocido en toda mi vida ─le aseguró, pues sabía que la selectividad la preocupaba, ya que quería estudiar medicina.
─Con estas calificaciones dudo que me pueda presentar en Junio...─se lamentó ─.Hago todo lo que puedo, pero yo no tengo esa facilidad para expresarme que tienes tú.
Lola pensó que su amiga estaba exagerando.
─Intentaré echarte una mano...
─Lo que necesito es un milagro ─suspiró. Clavó la vista en Vanesa, quien se deshacía en miraditas ridículas hacia el profesor ─si se abre más la blusa, le pegará con un botón en el ojo al profesor Aguado.
Lola no pudo evitarlo, y ante aquel comentario, soltó una carcajada mal disimulada que trató de ocultar bajo una tos ficticia. Graso error, pues el profesor Aguado pareció tomárselo como algo personal al clavar sus ojos en ella.
─No sabía que un comentario crítico pudiera ser tan divertido ─le soltó, en medio de la clase.
Otra vez no..., gimió, al sentir las miraditas maliciosas de sus compañeros.
─No...es que...─trató de encontrar algo ingenioso con lo que disculparse, pero aquel hombre la ponía demasiado nerviosa.
El profesor Aguado se cruzó de brazos, y su pecho subió hasta que a Lola se le secó la boca. Contra eso sí que no podía competir. Empezaron a sudarle las palmas de las manos presa del nerviosismo. No podía soportar aquella mirada atravesada que él le dirigía.
─¿No...es que...? Lola, será mejor que me ofrezcas una excusa más razonable. Voy a pensar que ese sobresaliente que te he puesto lo has sacado de “El rincón del vago”.
Risas.
Más risas.
Sintió deseos de estrangular a aquel imbécil que, en el verano, se había comportado de una manera tan educada, cercana y, en ciertas ocasiones, aduladora.
¿Dónde estaba el hombre del que se había encaprichado en un primer momento, y al que amaba ahora hasta un punto que no podía ser sano?
                                       La cara de panoli que se te queda cuando tu profesor te regaña


─Lo siento, Álvaro. No volverá a suceder ─en cuanto dijo su nombre, se maldijo a sí misma por ser tan impulsiva, pues empeñado en mantener las distancias, él le ofreció una mirada gélida que la puso más nerviosa de lo que de por si estaba.
─Eso espero ─aseguró, de mala manera─. Y ahora, cuéntenos lo que le hacía tanta gracia. Seguro que sus compañeros están desando escucharlo.
Miles de cabeza asintieron al unísono, y Lola los odió por ello.
¡Qué poco solidarios podían llegar a ser, mientras ella sufría en público los desplantes de Álvaro...esto...el profesor Aguado!
Al menos, Andrea se mordía el labio con cara de circunstancias, apenada por lo mal que lo estaba pasando su amiga.
─Con todos mis respetos, no creo que usted tenga demasiado sentido del humor ─soltó de repente, y se arrepintió al instante.
En dos zancadas, Álvaro cruzó el aula para detenerse frente a ella. Apoyó las manos sobre el pupitre y se inclinó hasta rozarle el rostro con la respiración cálida.
Madre mía, qué guapo era así de cerca...
─Explíquese, Lola. Ya que le gusta hablar tan a la ligera, puede hacer gala de ese talento narrativo que parece tener en sus comentarios críticos.

Era absurdo sentir deseos de besar a tu profesor de literatura, sobre todo cuando te estaba dejando en ridículo delante del resto de la clase, pero eso fue lo que sintió en aquel momento. Por suerte, se contuvo enmascarándolo bajo un comentario insolente de la adolescente que no era.
─Me parece que no es de su incumbencia.
Era evidente que él no se esperaba aquella respuesta, pues se le desencajó la expresión mientras se alejaba de ella.
Lola, con cierto retintín, estuvo segura de que él se estaba preguntando en qué lugar se encontraba la chica alegre, respetuosa y encantadora que había conocido en verano.
─¿Qué...qué?
─Que esto no es un examen de esos de: “justifique su respuesta” ─replicó, con la barbilla alzada y cierta chulería.
No, ella jamás había sido una chica osada e irrespetuosa, pero le era difícil contenerse cuando él se empeñaba en tratarla con aquella frialdad.
─Vaya a mi despacho. Ahora.
─Pero la clase aún no ha terminado...─se desinfló, perdiendo todo el valor de antes.
─Con lo lista que se cree, puede darse por aprendida la lección.
Lola se echó la mochila al hombro y salió de allí pitando, sin tener valor para volver a mirarlo de nuevo. Llegó al despacho de Álvaro y se dejó caer sobre la silla dispuesta frente al escritorio. De repente, sintió ganas de llorar, pero se contuvo porque se moriría si Álvaro la veía llorar tras la reprimenda.
Se levantó acalorada, y recorrió el despacho hasta que algo captó su atención. Sobre el escritorio había un cuadro con la fotografía de Álvaro y una mujer. Supo que no era su novia, pues él no recibía visitas femeninas nunca. Bien lo sabía ella que era su vecina. Pero de todos modos, no pudo evitar sentir una punzada de celos.
¿Quién era aquella mujer?
Cogió el cuadro justo cuando la puerta del despacho se abrió, mostrando a un Álvaro con cara de no estar en su mejor momento. Lola se quedó paralizada, y se odió a sí misma por no poder tener las manos quietas.
Fue sin querer queriendo...

─Mírala, como Pedro por su casa ─soltó con gelidez ─.¿Quieres un té para sentirte más cómoda?
─Ya sabes que prefiero el batido de chocolate ─trató de bromear. Al ver que él no sonreía, dejó la fotografía sobre el escritorio y se apresuró a sentarse, pero él la detuvo colocándole una mano sobre el hombro.
Lola sintió ese calor familiar que le recorría la piel cada vez que él la tocaba. Esa caricia ardiente, peligrosa, que le recordaba que ya era toda una mujer, dispuesta a disfrutar de la intimidad corporal con un hombre como él. Con Álvaro...
─Sólo será un momento, Lola ─le aseguró, y a ella le pareció que estaba agotado ─. Quiero que entiendas que no puedes ponerme en evidencia delante del resto de la clase. Eres una alumna excepcional, así que no lo estropees.
─Lo lamento, Álvaro ─se excusó, sintiéndolo de verdad.
─Para ti soy el profesor Aguado.
Ella dio un respingo ante la dureza de su respuesta.
Se sintió dolida. Humillada. Pequeña e insignificante.
─Hace un par de meses eras Álvaro ─musitó sin poder evitarlo.
─Era tu vecino, y ahora soy tu profesor.
Lola asintió, tragándose las traicioneras lágrimas que le atenazaban la garganta.
─De acuerdo, si eso es lo que quieres ─respondió con voz queda.
─Yo no quiero nada, Lola. Estas son las circunstancias.
Asintió sin mirarlo, agarró las asas de la mochila y se giró para marcharse.
─No te he dicho que te vayas, Lola.
─Señorita Alcázar, si no le importa ─replicó con altanería.
Álvaro la fulminó con la mirada.
─Si te empeñas en comportarte como una niña, te trataré como una niña ─terció de mal humor.
─Es que soy una niñita ─le recordó, presa de la rabia.
─Sí, de eso no me cabe la menor duda ─Álvaro apretó los puños, y se dio media vuelta dejándola descolocada, para regresar con un libro entre las manos. Al verlo, Lola sintió que todo se derrumbaba a su alrededor ─. Tengo que devolvértelo.
─Los regalos no se devuelven ─respondió, apartándolo de un empujón. El libro cayó al suelo, y ninguno de los dos se agachó para recogerlo. Durante unos minutos, se retaron con la mirada, como dos personas cuya relación trascendía más allá de la de profesor alumna ─. No sea usted orgulloso, profesor.
─No me parece correcto tener un regalo de una alumna, eso es todo ─pero al final, se agachó para recoger el libro y dejarlo sobre el escritorio.
─Pero hace un par de meses sí te pareció correcto recibir el regalo de una niña de diecisiete años ─le espetó, y se dirigió a la puerta con la intención de marcharse.
─¡Lola!
Fue lo último que oyó, pues salió corriendo para echar a llorar sin que nadie pudiera verla ni burlarse de ella. Maldito fuera Álvaro por querer devolverle aquel libro que con tanto cariño le había regalado. Se encerró en el cuarto de baño del instituto, echó el pestillo y recordó. No pudo evitarlo.
<<Álvaro acarició con devoción la tapa del libro “Mi planta de naranja lima” que ella le había regalado. Lola no pudo evitar henchirse de orgullo al percatarse de que había acertado con aquel detalle. Sabía que su libro favorito era ese, y decidió regalarle una carísima edición de coleccionista cuando Simba le arrancó las hojas al ejemplar que él guardaba como paño en oro.
Lola..., no puedo...
Lo detuvo poniéndole un dedo en los labios, que se le curvaron en una sonrisa traviesa; una que solo le estaba dedicada a ella. Se sintió dichosa, plena; feliz como nunca antes lo había sido.
Ni se te ocurra decir que no vas a aceptarlo. Eso es lo que suele decir la gente cuando recibe un regalo caro que le ha encantado.
Él le mordió el dedo, juguetón, hasta que Lola lo apartó de su boca y se echó a reír, presa del nerviosismo que le recorrió el estómago. Sentados como estaban en el sofá, lo empujó de broma, lo que provocó que él la cogiera del brazo y los dos cayeran sobre la alfombra.
Muy cerquita de sus labios, él le dijo:
Así que te lo puedes permitir con ese miserable salario que te pago por pasear a Simba... ─replicó divertido, mientras le acariciaba el pómulo con dulzura.
Ella cerró los ojos, y cuando los abrió, se acercó a él negando con la cabeza.
Sabes que no lo hago por el dinero. Me gusta estar contigo.
Se le aceleró el corazón al decir en voz alta aquellas palabras que eran verdad. Álvaro la miró intensamente, como si tratara de forcejear consigo mismo para comportarse como debía. Pero no lo hizo. Sus manos se perdieron en el cabello de ella, y acercó los labios a su oído para susurrar.
Eres una chica muy especial
Se derritió al sentir un beso casto, pero cargado de pasión, sobre su frente...



***
Logan Taylor sabía que en aquella estúpida fiesta de disfraces se encontraba el hombre al que buscaba. El tipo relacionado con ese otro tipo al que culpaba de todas sus desgracias. El mismo al que estaba dispuesto a asesinar si no le decía aquello que quería oír.
A sus veintidós años, había vivido demasiado. Había pasado por cosas que no merecía, se había vuelto duro, inflexible, casi inhumano.
Vestido de lobo, con la cara oculta por aquella máscara que impedía reconocer su identidad, zigzagueó entre los cientos de adolescentes que se agolpaban bailando y bebiendo cerveza caliente. No los envidiaba, pero lo cierto es que él no había tenido una adolescencia, ni siquiera una infancia común.
Lo encontró coqueteando con una chiquilla que podría ser su hija, y se asqueó al instante. Aquel ser despreciable no tenía escrúpulos, por suerte, él tampoco. Sin mediar palabra, lo agarró de la ridícula toga de romano con la que iba disfrazo y lo apartó de la mocosa, quien gritó escandalizada.
─Será mejor que te vayas a casa. Acabo de llamar a tus padres asegurándoles que estabas con un viejo que podría ser tu abuelo ─le soltó, a pesar de que no la conocía de nada.
La joven salió en estampida, sollozando en un berrinche incontrolable.
Qué fácil era infundir miedo en los demás cuando sabían que estaban haciendo algo prohibido, a pesar de no tener nada con lo que asustarlos.
─¿Quién coño te crees que eres? ─rugió el romano.
Lo atrapó por el cuello y se lo llevó hasta un pasillo desierto, ante las miradas atónitas del resto de adolescentes, quienes no hicieron nada por detenerlo.
─Silencio ─le espetó, mientras el tipo se retorcía bajo su agarre.
─No tengo nada...¡Nada! ─le espetó con furia. De pronto, sus ojos se encendieron con patética petulancia ─. No sabes con quién te estás metiendo.
─De hecho, sí ─aproximó sus falsos colmillos a aquel rostro─Erik Rodríguez, putero por devoción, matón de profesión. Tienes una hija de trece años, pero al parecer eso no te impide coquetear con las que podrían ser sus amiguitas. Sería una lástima que a tu hija le sucediera lo mismo...
─¡Te mataré si...!
Logan apretó las manos sobre su cuello hasta que la voz del hombre se convirtió en su gemido quebrado.
─Soy yo quien amenazo, así que escúchame bien. Mañana a las siete de la tarde, tienes que conseguirme la dirección de ese al que tú llamas Señor X. Sé que puedes hacerlo.
Al escuchar el apodo, el hombre abrió los ojos de par en par, preso del terror.
─Pero ya no trabajo para él...no sé cómo localizarlo.
─Entonces tienes un problema ─respondió sin inmutarse.
─No..no...
─Vives en el doscientos de la calle Manhattan. Deja su dirección debajo del seto que tienes en la entrada, y procura hacerlo antes de las siete de la tarde, o iré a haceros una visita.
─¿Cómo sé que no te estás marcando un farol?
Le propinó un puñetazo en el estómago que lo hizo doblarse de dolor. Acto seguido, el hombre echó a correr mientras trataba de enderezarse por el camino. Logan lo vio huir, y no hizo nada por detenerlo. Estaba seguro de que mañana tendría la dirección que andaba buscando.
Dispuesto a marcharse, salió de aquel lugar golpeando con el hombro a aquellos adolescentes rezagados que se negaban a apartarse a su paso, hasta que, entre el tumulto de caras anodinas, descubrió un rostro que captó su atención desde la lejanía.
Allí estaba aquella maldita niñata por la que se había tragado un día en el calabozo. Dispuesto a darle una lección que no olvidara en la vida, llegó hasta donde se encontraba y la agarró del brazo, arrastrándola ante las miradas atónitas de sus amigas. Por supuesto que ella no se lo puso fácil, y le propinó una patada en la espinilla que apenas consiguió inmutarlo, pues estaba preparado para aquella diabla vestida de Caperucita.
─¿Quién te crees que eres?
─Otra vez con eso ─gruñó, molesto por los aires de grandeza que se daba aquella vanidosa.
La había calado desde la primera vez que la vio. Faldita de cuadros, carita de no haber roto un plato..., era la típica colegiala pija recién salida de un instituto exclusivo para los de su calaña. Por supuesto que no era su tipo, así que se extrañó por tomarse tantas molestias para reprenderla.
Sí, le parecía guapa. Mejillas sonrosadas, ojos brillantes, piel dorada..., pero necesitaría más que un buen polvo para dejar de ser como las demás.
─Te has tomado muy en serio el cuento, lobito. Y ahora, si me disculpas, me voy con mis amigas.
El lobo y Caperucita, qué extraña pareja, pensó relamiéndose.
Puede que fuera una engreída insoportable, pero resultaba un aperitivo de lo más apetitoso.
─Te irás cuando yo te lo permita.
Ella entrecerró los ojos, y supo que su voz le resultó familiar.
Se enfadó sin motivo al tomar conciencia de que a él, aquella voz dulce pero chillona no se le había olvidado. De hecho, en las últimas noches le había susurrado cosas lascivas a la oreja mientras trataba de conciliar el sueño.
─No sé quién eres, pero me estás asustando ─musitó agobiada, tratando de zafarse de su agarre.
Al percatarse de que una de sus amigas se acercaba hacia ellos con aire altanero, la agarró del brazo para arrastrarla hacia el cuarto de baño, que cerró con pestillo. Escuchó los golpes en la puerta, pero poco le importó. Sólo podía estar pendiente de aquella caperucita de mejillas arreboladas que lo contemplaba asustada.
─Van a tirar la puerta abajo antes de que me pongas una mano encima ─le aseguró, sin convicción alguna.
─Para entonces ya me habré marchado ─replicó, quitándose le careta.
Le hizo gracia que ella perdiera el color del rostro al contemplar el suyo. Retrocedió con temor hasta pegar su espalda contra la pared, y puso los brazos en alto para detener su avance. Iba a necesitar más que las manos para detenerlo, porque como el lobo del cuento, empezaba a tener mucha hambre.

─Voy a gritar ─lo amenazó, cuando él dio un paso hacia ella.
─No te serviría de nada. La puerta está cerrada.
Ella se mordió el labio, lo que a él le resultó enternecedor...e inservible.
─Si te vas ahora, prometo no delatarte ─lo excusó.
─La última vez no tuviste tantos reparos, caperucita.
Ella tembló de la cabeza a los pies, y él se acercó hasta estar pegado a su tentador cuerpo. Colocó una mano a cada lado de su cabeza, atrapándola bajo su cuerpo de lobo con hambre. Le miró los labios, ella dudó. Primero observó sus ojos, sus labios, regresó a sus ojos y arrugó la frente, como si estuviera manteniendo una batalla consigo misma.
Logan acarició su cuello con una garra. Deseó quitarse aquel guante y acariciar su piel hasta que le pidiera en susurros agónicos que continuara en sentido descendente.
─Voy a gritar ─musitó, muy cerca de sus labios.
─Si gritas te callaré con un beso.
Ella soltó un alarido, y Logan capturó sus labios. Era dulce, pudo notar su inocencia, sus ganas de complacerlo y dar la talla, pese a que se resistía a aquel beso. Logan soltó un gruñido, pese a todo, se estaba conteniendo para no tomarla allí mismo, dentro de aquel baño en el que la gente intentaba tirar la puerta abajo. Le acarició los brazos para atraerla hacia sí, mientras ella trataba de morderlo en vano.
Aquello era demasiado...bueno.
Se separó soltando un juramento, dejó su cabeza sobre la de ella y se quedó allí, durante un instante. Para su sorpresa, ella no lo rehuyó. Pareció percibir su necesidad, y mantuvo sus pequeñas manos sobre sus antebrazos, calmándolo sin soltar ni una sola palabra.
No quiso sentirse de aquella manera. Vulnerable frente a una chiquilla que no lo conocía, ni debía conocerlo. Se apartó lo justo para mirarla a los ojos, y ladeó una sonrisa socarrona. Ella lo miró de par en par, preocupada.
─En el cuento caperucita era más inocente ─soltó.
Trató de golpearlo con los puños, pero no lo logró, pues Logan se largó escapando por la ventana antes de que echaran la puerta abajo.
                                               Si el lobo hubiera tenido esta apariencia, Caperucita se lo habría pensado dos veces

CONTINUARÁ....

PRÓXIMO CAPÍTULO-->LUNES!!!
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27 comentarios:

  1. Ooo Lo dejas en lo mejor ... Me ta enganchando ���� deseando k llegue el lunes pa nuevo capítulo ����������

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  2. Madre mía!!!! No puedes poner los capítulos de dos en dos!!!!! Me tienen de los nervios!!!!!! Me encanta!!! Deseando que sea lunes!!!!

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  3. Graciassssssss. Me hace muy feliz leer los comentarios conforme voy escribiendo la historia. El lunes más y mejor. El próximo capítulo os dejará con la boca abierta :D

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  4. MMMMM me gusta me gustaaa se esta poniendo interesante . Me sabe a pocoooooo no podrias ser mas largo asi nos va a matarrr somos devoralibrosss!!! ahhhhhhh asi no se puede pordiollll ;)

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    1. intentaré hacerlos más largos para que la espera no sea tanta jeje

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  5. Se me ha hecho muy corto!! Hasta el lunes... Ayns!
    Yo no sé aún con quien me quedo pero creo que Logan me gusta un poquito más jiji
    Con ganas de saber que va a pasar....
    Muak!

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  6. Chloe te mato!!!! Quiero mas, ya se que estás muy liada pero tiaaaa 2 capitulos nada mas????? ���� . Ya sabes que me encanta como escribes y esta historia promete chica!!!!!

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    1. ¡gracias miriam! intentaré hacer los capítulos más largos :D

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  7. Yo de logan auuuuuu jijiji asta el lunes ��

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  8. Me encanta!!!ya me tienes enganchada a esta historia,me encanta Alvaro pero Logan viene pisando fuerte,y mi Lola!!

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    1. ¡Gracias Saray! A mí me gustan todos, qué se le va a hacer jajajaja

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  9. K bueno Clhoe....no veas como es la Lola....y a mi me gusta Logan y descubrir k esconde...el profe tendrá lo suyo pero Logan nos da juego antes....la niña es muy chica le dará tiempo de descubrir a los dos jajajajaj

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    1. En eso te doy la razó :D es muy chica y le da tiempo a conocerlos a los dos jaja besos

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  10. Uffff me encanta , estoy super enganchada la vida de Lola se a vuelto muy interesante. Logan me encanta me parece super sexy y Alvaro me gusta tambien , se ve que se controla con Lola.
    Puedo votar por los dos? jajaja es que ambos me gustan.
    Chloe porfa capitulos mas largos porfiiiiii

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    1. Sí, capítulos más largos! Voy a hacerlo así. Jaja pues sí que puedes votar por los dos porquecada uno tiene lo suyo jeje

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  11. Guao me encanta Lola es un caos bueno a esa edad todo lo somos jajajaja Alvaro es muy sexy y Logan me facina es muy sarcástico no puedo esperar el próximo capitulo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  12. Wuaaoo!!! :o Chloe, que me tienes super engomada (Como se dice aquí en Colombia) que talento el tuyo para atraparme entre los capítulos de tus libros... ufff y eso que solo van dos!!! Exitos y Mil Bendiciones.

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    1. mmm, me encanta la irreverencia de Logan y el Nombre suena a algo peligroso pero irresistible... <3 y Alvaro ni se diga.. me encantan los dos!! por fa Chloe, alguna vez ponla fácil.. es que dos tipos así de ummm es muy complicado decidirse por uno... :´(

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    2. muchas gracias. El lunes más y mejor!!!

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  13. Definitivamente que se quede con el sexy de Logan o con el guapo y mandon de Alvaro, jajajaja Chloe nos la pones dificil estan muy buenos los dos!!!! Pero cada vez que te leo me quedo con ganas de mas!!!!! En espera del siguiente capitulo hastaaaa el luneees! :D Besos

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  14. Me encantan los dos, ya quiero que sea lunes para seguir leyendo está maravillosa historia, Gracias

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