CAPÍTULO VEINTICINCO. CARTAS CON SABOR A LIMA

CAPÍTULO VEINTICINCO: A CUALQUIER PRECIO

Logan arrastró a la chiquilla hacia un callejón oscuro y desierto. Vanessa lo contempló asustada, y frente a aquel desconocido tan atemorizante, se desprendió de la máscara arrogante y maligna con la que se burlaba de algunos de sus compañeros de clase.

─¿Q- quién eres...? ─inquirió con voz temblorosa.

A Logan el terror que pudo vislumbrar en los ojos de Vanessa no le produjo compasión alguna. Durante sus años en aquel orfanato, había experimentado diversas humillaciones provocadas por personas como Vanessa. Jóvenes que trataban de hacer la vida imposible a quienes solo trataban de sobrevivir en un sitio cruel donde pasar desapercibido era la mejor opción.

Los años habían transformado al niño inocente en un hombre cargado de odio. El odio había dado paso a una persona incapaz de sentir empatía por otra cosa que no fuera su propia venganza. Exceptuando su relación con Lola, se podría admitir que Logan se había alejado de la humanidad porque se había convertido en una persona que carecía de buenas emociones. O eso creía él.

Arrojó el sobre al rostro de Vanessa y ni siquiera se esforzó en agacharse a recogerse al caer este al suelo.

─Ábrelo ─ordenó.

A la joven le destellaron los ojos con rabia.

─¿¡Quién eres!? ─el miedo dio paso a un arrebato de furia que Logan ignoró.

Apretó el brazo de Vanessa hasta que consiguió que aullara de dolor, y de un tirón, la obligó a agacharse para recoger el sobre.

─Abre el sobre de una jodida vez.

Vanessa lo contempló con pavor, retiró la mirada cuando Logan clavó los ojos azules y distantes en ella y con la cabeza agachada y las manos temblorosas, rasgó el sobre y contempló con creciente angustia el contenido del mismo.

Fografías suyas tomadas con la cámara de baja calidad de su ordenador, en las que aparecía con ropa interior posando en actitud seductora ante la cámara que degeneraba en algo ridículo. Incluso existían fotografías en las que aparecía completamente desnuda realizando gestos obscenos.

Aquellas eran las fotografías que se había tomado a sí misma en la intimidad de su cuarto. Vanessa no era la clase de chica estúpida que enviaba aquellas fotografías a un ex novio despechado, pero sí la clase de joven que acrecentaba su ego posando ante su propia cámara. Jamás había tenido intención de que aquellas fotografías vieran la luz, pero a Logan solo le había hecho falta un portátil y conocimientos de informática para piratear el ordenador de la joven y acceder a su disco duro.

─Empapelaré tu instituto con estas fotografías si no haces lo que te digo, ¿Entendido? ─la amenazó.

Con los ojos húmedos y al borde del llanto, Vanessa asintió repetidas veces con la cabeza.

─Haré lo que quieras... ¡Lo que quieras! Pero por favor... no se las enseñes a nadie ─suplicó, aferrándole el brazo para provocar en él algún tipo de compasión.

Logan detestaba a las personas dispuestas a caer en lo más bajo con tal de salvar el pellejo. Se apartó de Vanessa con expresión asqueada y tensó la mandíbula.

─Cállate ─ordenó molesto─. Si quieres que nadie vea tu patético cuerpecillo desnudo, más te vale dejar de molestar a Lola y todo lo que la rodea.

─¿Lola? ─aquella voz destiló desprecio.

Logan apretó los puños.

─¿Algún problema?

La joven forzó una falsa y asquerosa sonrisa.

─No... yo...

─No he terminado ─espetó con dureza. Vanessa se calló de inmediato─. Irás a la cafetería y contarás la verdad delante de todo el mundo. Además te ofrecerás a limpiar los baños durante una semana sin cobrar, y si Lola decide denunciar a su jefe, te ofrecerás a ser su testigo y en caso de que exista juicio testificarás a su favor.

La joven se quedó sin palabras. Detestaba a su compañera de clase. Lola era querida por todos y guardaba la compostura. A Vanessa la asqueaba la sonrisa sincera que ofrecía a todo el mundo. Pese a su desprecio, fui incapaz de negarse al comprender que si lo hacía, aquel extraño no vacilaría en empapelar el instituto con sus fotos íntimas.

─¿Por qué haces esto? ─inquirió, odiando a Lola por tener a un protector como aquel.

─Eso no es asunto tuyo.

Logan se marchó de allí sin remordimiento alguno. Lo único que le quitaba el sueño por las noches eran los recuerdos de su pasado en los que los abusos y las humillaciones sufridas cuando era un niño provocaban que se despertara gritando en mitad de la noche con la almohada empapada por unas lágrimas que negaría haber llorado.

Al llegar a la casa, descubrió la quinta botella de whisky vacía sobre la encimera de la cocina. Cabreado, subió los escalones hacia la planta superior para dirigirse a la habitación del ser despreciable al que seguía manteniendo con su propio dinero. No supo qué se apoderó de él al abrir la puerta del dormitorio de par en par, subir las persianas y abrir la ventana para que la peste a alcohol se evaporara.

Su tío carraspeó con voz pastosa debido a la bebida, y se tapó la cara con las manos para que la iluminación natural no lo deslumbrara. Logan lo sacó a rastras de la cama, y en un arrebato furioso, volcó el colchón y lo arrojó contra la pared.

─¡Qué demonios haces, maldito hijo de puta!

─Recoge tus cosas y lárgate ─le ordenó sin mirarlo.

Su tío caminó unos metros a rastras, evidenciando su patético aspecto, y logró incorporarse con gran dificultad.

─No puedes echarme. Esta es mi casa...

─Soy yo quien paga las facturas. Vete de una puta vez si no quieres que te eche a patadas. No eres más que un maldito estorbo. Un borracho al que he mantenido durante demasiados años.

─¡Si no me has echado antes es porque necesitas una coartada! ¿Crees que no sé a qué has venido? Puedo ir a la policía y denunciarte si me apetece ─le soltó enfurecido, con el aliento apestando alcohol.

Logan se volvió hacia él con los puños apretados, conteniéndose.

─Inténtalo y será lo último que hagas ─en dos pasos, se plantó frente a él y lo zarandeó por las solapas de la camisa amarillenta de suciedad─. Ni te imaginas las ganas que tengo de partirte la cara.

─Soy tu tío... soy tu única familia ─le recriminó.

El puñetazo que le propinó lo derrumbó contra la pared. Enloquecido, Logan volvió a golpearlo en el estómago y le propinó un puñtazo en la mejilla hasta que su tío escupió sangre.

─¿Dónde estabas cuando yo necesitaba que alguien cuidara de mí? ─otro golpe─. ¿Dónde estabas cuando mi familia murió y mi madre convalecía en un hospital? ─. Otro golpe─. ¿Dónde estabas cuando yo me moría de frío en un orfanato? ¡Eh, dónde estabas!

Al percatarse de que su tío se derrumba en el suelo, con el cuerpo enmorecido y ensangrentado por los golpes, se obligó a sí mismo a sofocarse mientras caminaba de uno a otro lado de la habitación, como un lobo enjaulado que necesitaba romper los barrotes que lo enclaustraba y salir a desfogarse.

─No habría podido cuidar de ti... ─le explicó por primera vez en años, buscando su perdón─. Vivía en la calle, carecía de recursos, era y soy un alcohólico...

Logan cerró los ojos y se negó a escucharlo. Había estado solo y hundido en la mierda. Aquel tipo no tenía derecho a buscar su compasión, y si lo había mantenido durante aquel tiempo fue con la necesidad de que al regresar aquella casa no estuviera a su nombre, pues el suyo era el nombre que levantaría sospechas. Pero con la cercanía de su venganza, no tenía sentido seguir aguantando a aquel despojo.

─Tienes dos horas para recoger tus cosas y largarte antes de que yo vuelva.

Su tío intentó levantarse, pero le fallaron las fuerzas. Por ello, se arrastró convaleciente hacia su sobrino, quien se apartó en cuanto lo tuvo cerca.

─No tengo a donde ir... ─suplicó.

Logan salió de allí sin mirarlo.

***

Se encontraron por casualidad en aquel acantilado, como si ambos hubieran ido allí a buscar un remanso de paz en el que aclarar sus ideas. Lola ya estaba allí cuando él llegó, y en silencio maldijo el habérselo encontrado de improvisto cuando buscaba la manera de relatarle la verdad a la cara.

En cuanto lo tuvo cerca, se percató de los nudillos ensangrentados y se llevó las manos a la boca, incapaz de mantener a salvo el grito que escapó de su garganta.

─Ni se te ocurra decirme que no es nada ─le advirtió, contemplando la sangre seca.

─Entonces no insistas en que te diga lo que ha sucedido, porque puedes intuirlo sin hacer preguntas ─respondió él, cansado.

─Algún día serás tú el que quiera contarme todos tus secretos. Ven... ─lo agarró de la muñeca y Logan la siguió ensimismado cuando descendieron hacia la playa. Sin decir nada, permitió que ella lavara sus nudillos con el agua del mar. No se quejó pese a que las heridas escocían─. Pero ahora soy yo la que tiene que ser sincera contigo.

Logan la contempló intrigado. Ella se sentó sobre la arena seca y él lo hizo a su lado.

─Lo que me vas a contar no va a gustarme, ¿Verdad? ─adivinó, forzando una sonrisa.

─Lo siento Logan ─se llevó las manos al rostro y suspiró─. El hombre del que te hablé... ─Logan se tensó pero la escuchó con atención─. Se llama Álvaro y es...