Leo muchas críticas hacia la literatura romántica. Algunas
justificadas, la mayoría, en general, carentes de razón alguna.
No importa—me digo.
Estoy acostumbrada a que la literatura romántica, y si es
erótica mejor ni la mentamos, sea tratada como un género secundario, facilón y
de menor calado en el panorama editorial. Pese a sus numerosos lectores y el
respeto que merecen autores y lectores, la literatura romántica no se va a
quitar ese San Benito de literatura rosa y fácil.
Nunca he entrado al trapo al respecto, puesto que yo, como
autora de romántica, me considero una persona que disfruta con lo que hace y
gana haciendo disfrutar a los demás. No obstante, hace unos días, leí algo que
me chirrió y que siguió en mi cabeza hasta hoy, que me he decidido a hacerle
frente y no dejar pasar el asunto. Leí que uno de los puntos por el que los
libros románticos flojeaban era los “finales felices y predecibles, que hacían
la historia menos creible”
¿QUÉ?
¿CÓMO?
WHAT?
Honestamente, no lo entiendo. No sé qué disparate pudo pasar
por la cabeza de quien escribió semejante comentario, ¿Los finales felices?
¡Los finales felices son la razón por la que yo leo un libro! ¿Sabes por qué?
Pienso que la vida ya es lo suficiente difícil y negativa
como para amargarle la lectura a alguien con un final triste por el simple
hecho de crear, lo que algunos llaman “literatura seria”. No, por ahí no paso.
Leer es un acto de disfrute y evasión. Cuando yo leo me
emociono. Trazo a amistad con algunos personajes, a otros, directamente los
odio. Pero lo que no puedo soportar es el hecho de que en la literatura
romántica los personajes no reciban el final feliz que se merecen. Yo quiero
irme a la cama con una sonrisa provocada por el final de mi libro.
La vida, señores y señoras, está llena de sombras
espectrales que nos amargan la existencia. No es necesario que esas sombras
traspasen las páginas del libro y nos amarguen también la lectura.
Leer es vivir, y en
esta vida imaginaria que yo comienzo cada vez que me adentro en un nuevo libro,
quiero culminar mi viaje con una final feliz. Un final feliz para esa vida
corta e irreal. Un final feliz porque en la vida real no siempre existen ni son
posibles.
El hada Fauna está de acuerdo conmigo: los finales felices le encantan
Hola Cloe, estoy de acuerdo en lo que dices. Yo leo para soñar y para que mi corazón se llene de sentimientos, para malos ratos ya está el día a día que es muy difícil. Estoy muy orgullosa de decir que no leo libros que acaben mal porque no me gusta sufrir. Cuando leo quiero que la historia acabe bien y que los personajes encuentren la felicidad.
ResponderEliminarBesos!!
Hola Raquel, nuchas gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo contigo, el día a día ya es lo suficiente difícil como para leer libros que no acaben como esperamos. Un beso!
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